Diana, Princesa De Gales. Mario Testino

    Cuando tuve el honor de fotografiar a la Princesa Diana, nadie se imaginó que esa sesión sería la última de su vida. Diana murió trágicamente en Paris el 31 de agosto de 1977, dos meses después de que las fotografías fueran publicadas por la revista Vanity Fair. El trabajo me fue encargado a través de Meredith Etherington-Smith de la casa de subastas Christies, en Londres, que tenía a la venta un conjunto de prendas de Diana para que los fondos obtenidos fueran destinados a causas caritativas. Diana me enseñó a dar. Fue así que doné los fondos obtenidos de la venta de las fotografías a las mismas organizaciones de caridad que ella había elegido beneficiar con sus prendas.

    Cualquiera puede imaginarse cuán difícil podía ser esta sesión de fotos. En realidad, el día en que fotografié a Diana fue todo lo contrario. Yo estaba nervioso porque no sabía como tratarla. Lo primero que le dije fue “Me es difícil tratarla de Ma’an porque así es como le digo a mi madre, ¡pero ella es mucho mayor que usted!”. Ella se rió y me dijo “Solo dime Diana”. Podría sonar irrespetuoso pero para mí, el hecho de conectarme con la persona a la que voy a fotografiar, es fundamental y necesito intimidad. En este caso, solo llamarla ´por su nombre significaba el tipo de intimidad que necesitaba e hizo una gran diferencia, porque sentí que Diana se estaba poniendo en mis manos y confiando en mí totalmente.

    Solo tenía un día para fotografiarla, así que, en una conversación con la editora de Charlotte Pilcher, decidimos que lo mejor era aproximarse a Diana de la manera más simple. Charlotte dijo “Deberías de fotografiarla sin joyas, sin zapatos --- haz de ella tu chica en lugar de entrar tú en su mundo.”

    Trabajamos con mi equipo: el estilista francés Marc López y el maquillador Tom Pecheux, ambos colaboradores míos por muchos años y a los que les dije “Tenemos que hacer que Diana luzca increíble y muy natural.” Tom tiene el don de hacer que las mujeres luzcan hermosas con un maquillaje sutil que realce su belleza natural. Marc le alisó el pelo con un aire moderno, lejos de aspecto “de realeza”,  lo que era perfecto para la sensación de intimidad que deseaba conseguir. Quería que las fotos reflejasen una sensación de estar a solas con ella, sin formalidades. Que se sintiera que no había nada entre ella y quien la mirara en los retratos.

    Cuando editamos las fotografías y se las enviamos a Diana para su aprobación, me comentó que para sus hijos las fotos eran lo más parecido a ella que habían visto. Un increíble cumplido, teniendo en cuenta que obviamente yo no la conocía y solo traté de captar algo de la energía de ese momento. Los fotógrafos tienen que ser intuitivos en su trabajo… menos reflexivos y más proactivos. Supongo que hay gente que conoces en la vida, por la que sientes algo especial y sucede que haces una buena conexión.  Eso fue lo que pasó ese día – ella era sensible, hermosa, una amable persona. Fui realmente un privilegiado al haberla podido fotografiar.

Mario Testino.

Sala 8. Museo MATE Mario Testino, Barranco Lima Perú.


    Este vestido, diseñado por Versace, fue lucido por Diana, Princesa de Gales, en la sesión de fotos hecha por Mario Testino para la portada de Vanity Fair en 1997. Recreado y donado a MATE por Donatella Versace en 2014.

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